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martes, 2 de junio de 2015

MONOGRAFIA - PLAN EDUCATIVO



UNIVERSIDAD CÉSAR VALLEJO
 
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FACULTAD DE HUMANIDADES
ESCUELA ACADÉMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA

MONOGRAFÍA:
PERCEPCIÓN DEL HOMBRE RESPECTO AL MALTRATO HACIA LA MUJER

AUTORAS:
CABOS MONTENEGRO MELANY ALEXANDRA
DIAZ HORNA YARUMI VANESSA
GUTIERREZ TÁVARA LUZ ADRIANA ARLABÉ


ASESOR:
LENIN CÁRDENAS, WALTER



TRUJILLO – PERÚ
2015
ÍNDICE









INTRODUCCIÓN
I.                    CONCEPTOS BÁSICOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

1.1   Definición de violencia contra la mujer
2.        Tipos de violencia contra las mujeres
2.1   Micromachismos
2.2   Violencia psicológica
2.3   Violencia física
2.4   Violencia sexual
2.5   Violencia económica
2.6   Violencia social
3.       Causas
4.       Consecuencias
5.       ¿Por qué cuesta tanto salir de esta situación?
5.1   Obstáculos internos
5.2   Obstáculos externos

II.                  LOS HOMBRES FRENTE A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

2.1. La posición de los hombres frente a la violencia contra las mujeres
2.2. Las emociones básicas
2.3. La implicación de los hombres frente a al violencia contra las mujeres

III.                ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN

3.1. Enfoques
3.1.1.        Enfoque de los derechos humanos
3.1.2.        Enfoque de género
3.1.3.        Enfoque de integralidad
3.1.4.        Enfoque de interculturalidad

IV.                Plan Educativo
4.1. Datos generales
4.2. Introducción
4.3. Justificación del trabajo
4.4. Objetivos
4.5. Marco lógico
4.6. Cronograma
4.7. Referencia bibliográficas
4.8. Anexos

V.                  REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS
VI.                ANEXOS
1.       ESCALA DE ACTITUD “Actitud del hombre frente al maltrato de la mujer”

























INTRODUCCIÓN

La consolidación de relaciones igualitarias entre mujeres y hombres en los diversos ámbitos de la vida social es una de las bases de las políticas de Estado. Siendo la obligación del Estado fomentar y ejecutar políticas públicas tendientes a alcanzar la erradicación de la violencia contra la mujer en sus diferentes manifestaciones, el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social ha venido desarrollando políticas públicas nacionales y vigilando el cumplimiento de los acuerdos y compromisos internacionales suscritos por el Perú para la adopción de medidas concretas conducentes a contribuir a la efectiva vigencia del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
Pero no solo el ámbito polito y de salud viene realizando y desarrollando este tema, sino que también ahora la sociedad, conformada por grupo de personas que ha sido afectada la violencia a formado comisiones encargadas de proponer planes en ejecución en contra de este maltrato,  e indignación y devaloración de la mujer.
Debido a la gran cantidad de casos que se presenta no solo en el Perú sino a nivel mundial es que se ha visto conveniente tratar y desarrollar la monografía la cual tiene como título PERCEPCIÓN DEL HOMBRE RESPECTO AL MALTRATO HACIA LA MUJER, la cual estará desarrollando temas como conceptos esenciales de la violencia hacia la mujer, la perspectiva que demuestra el hombre hacia este tipo de maltrato y alternativas de solución acompañadas de enfoques y plan educativo; además de estos contenido ya mencionados también se presenta una escala de actitudes que nos permitirá comprender el pensamiento y comportamiento del hombre hacia la violencia contra la mujer.
El principal objetivo de esta monografía además de cumplir con la reglamentaria asignada es encontrar las posibles emociones y posiciones del hombre de la violencia contra la mujer, que implicaciones se dan para que ocurran tales sucesos.
Además se espera que cada lector pueda recibir información útil para actuar en la práctica del cambio que se desea generar en forma cognitiva en contra del maltrato hacia la mujer, concientización la significación a los actos de estos hechos por parte del hombre.


I.                    CONCEPTOS BÁSICOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER

1.1. DEFINICIÓN DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Se puede definir como la expresión de conductas agresivas que desarrolla el hombre frente a la mujer en el contexto de las relaciones de pareja. Son comportamientos recurrentes, basados en una relación de poder desigual.

La violencia que los hombres ejercen sobre su pareja puede adoptar muy diversas formas y generalmente comienza de modo insidioso por lo que con frecuencia es difícil de reconocer incluso por la propia mujer.
En el inicio, los malos tratos suelen manifestarse por actitudes de dominio impuestas por los hombres violentos e idealizadas por la fantasía femenina como expresión del sentimiento amoroso y que se identifican culturalmente como pruebas o actos de amor; entre otras cabría señalar la expresión de los celos o las actitudes “protectoras” que impiden la autonomía e independencia de las mujeres
Paulatinamente los actos violentos se van incrementando en intensidad y frecuencia ,observándose mayor riesgo de morbilidad y mortalidad para las mujeres cuando la relación violenta tiene varios años de evolución. Este proceso de instauración gradual que suponen atentado contra la integridad de las mujeres, actúa sobre sus sentimientos, sus emociones, sus relaciones afectivas, familiares y sociales, sobre su sexualidad y sobre su cuerpo dejando una profunda huella.

2.        TIPOS DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

ü  Micromachismos: Es un término de Luis Bonino que hace referencia a comportamientos y hábitos de dominación y violencia cotidiana en las relaciones de pareja. Son a menudo inconscientes y casi siempre imperceptibles, pero actúan por acumulación y tienden a perpetuar una distribución injusta de derechos y oportunidades entre mujeres y hombres.

ü  Violencia psicológica o emocional se identifica por las descalificaciones públicas o en privado, las restricciones a la libertad, las acusaciones de incompetencia en el uso de dinero, incluido el que ella gana, la limitación con sus amistades y familiares con el objetivo de aislarla y alejarla de sus redes de apoyo.


ü  Violencia física: es la más evidente y fácil de reconocer, persigue el sometimiento, la sumisión y el control de la víctima y va desde los empujones, hasta la paliza, la obligación a participar en prácticas sexuales no deseadas o el asesinato.

ü  Violencia sexual: siempre incluye el resto de las violencias. Las agresiones sexuales contra las mujeres son la versión sexual de los malos tratos, actos de violencia cometidos contra su voluntad con presión, amenaza o uso de la fuerza, en un contexto de desigualdad de poder que contribuye al mantenimiento de su subordinación.

ü  Violencia económica: es el control de los recursos económicos, incluido el del dinero que ella gana, acusándola de incompetente para limitar su libertad.

ü  Violencia social: es el maltrato delante de terceros y la limitación de sus relaciones con amistades y familiares, para aislarla y dejarla sin redes de apoyo.


3.       CAUSAS
3.2. La inequidad de género y la discriminación
Son las causas  raíces  de la violencia contra la mujer, influenciada por desequilibrios históricos y estructurales de poder entre mujeres y hombres  existentes  en variados grados a lo largo de  todas las comunidades en el mundo.
La violencia contra la mujer y las niñas está relacionada tanto a su falta de poder y control como a las normas sociales que prescriben los roles de hombres y mujeres en la sociedad y consienten el abuso. Las iniquidades entre los hombres y las mujeres trascienden las esferas públicas y privadas de la vida;  trascienden los derechos sociales, económicos, culturales y políticos; y se manifiestan en restricciones y limitaciones de libertades, opciones y oportunidades de las mujeres. Estas inequidades pueden aumentar los riesgos de que mujeres y niñas sufran abuso, relaciones violentas y explotación, debido a la dependencia económica, limitadas formas de sobrevivencia y opciones de obtener ingresos, o por la discriminación ante la ley  en cuanto se relacione a temas de matrimonio, divorcio y derechos de custodia de menores.
La violencia contra las mujeres y niñas no solo es una  consecuencia de la inequidad de género sino que refuerza la baja posición de las mujeres en la sociedad y las múltiples disparidades existentes entre mujeres y hombres.
3.3. El estrés:
La cierta acumulación y aglomeración de tareas, que tiene el hombre ya sea por trabajo técnico o administrativo causa detonantes de frustración y limitación de expresión de ideas en la realización de su trabajo, y al no poderlas expresar ocasiona maltrato en la mujer, siendo ella una vía de liberación de las frustraciones.

3.4. El cambio de rol por parte de la mujer
El hecho de que el hombre se considere el que jefe de la familia por las aportaciones económicas y físicas que da considera que tiene derecho a asignar a las mujeres el desempeñar de un nuevo rol en el hogar causando asi ser maltratadas, cuando realizar actividades incompletas, o al parecer del hombre ineficientes. (Desplazar al hombre en el manejo de dinero).
3.5. La falta de comunicación
El no tener contacto físico y emocional con la mujer impide que el hombre pueda expresarle lo que siente en cuanto a conformidad de forma heurística e inconformidad, generando la agresividad hacia ella.
3.6. Determinante relacionado con la infidelidad
No solo la comunicación es ideal para no ser causante de maltrato, sino que la infidelidad es su acompañante principal, el hombre que empieza a realizar tales actos se deja influenciar por la tercera persona, accediendo por efecto halo a la petición de esta y maltratando o agrediendo a su cónyuge de forma física o emocional.
3.7. El cambio de rol por parte de la mujer
El hecho de que el hombre se considere el que jefe de la familia por las aportaciones económicas y físicas que da considera que tiene derecho a asignar a las mujeres el desempeñar de un nuevo rol en el hogar causando así ser maltratadas, cuando realizar actividades incompletas, o al parecer del hombre ineficientes. (Desplazar al hombre en el manejo de dinero).
3.8. La falta de comunicación
El no tener contacto físico y emocional con la mujer impide que el hombre pueda expresarle lo que siente en cuanto a conformidad de forma heurística e inconformidad, generando la agresividad hacia ella.
3.9. Determinante relacionado con la infidelidad
No solo la comunicación es ideal para no ser causante de maltrato, sino que la infidelidad es su acompañante principal, el hombre que empieza a realizar tales actos se deja influenciar por la tercera persona, accediendo por efecto halo a la petición de esta y maltratando o agrediendo a su cónyuge de forma física o emocional.

4.       CONSECUENCIAS

Una variedad de factores a nivel individual, de relaciones, de comunidad y de la sociedad (incluyendo los niveles institucionales/estatales) se intersecan para aumentar el riesgo de que mujeres y niñas sufran violencia. Estos factores, representados en el modelo ecológico son:

4.2. Atestiguar o experimentar abuso desde la infancia (lo que está a asociado a que en el futuro los niños sean perpetradores de violencia mientras las niñas  experimenten violencia contra ellas)

4.3. Abuso de sustancias (incluyendo alcohol), asociado a una mayor incidencia de la violencia.

4.4. Pertenencia de las mujeres a grupos marginados o excluidos.

4.5. Limitadas oportunidades económicas (factor agravante para la existencia hombres desempleados  o subempleados, asociado con la perpetuación de la violencia; y es un factor de riesgo para mujeres y niñas, de abuso doméstico, matrimonios forzados, matrimonios precoces, la explotación sexual y trata.

4.6. La presencia de disparidades económicas, educativas y laborales entre hombres y mujeres al interior de una relación íntima.

4.7. Conflicto y tensión dentro de una relación íntima de pareja o de matrimonio

4.8. El acceso inseguro de las mujeres al control de derechos de propiedad y de tierras.
4.9. Control masculino en la toma de decisiones y respecto a los bienes.

4.10.                    Actitudes y prácticas que refuerzan la subordinación femenina y toleran la violencia masculina ( por ejemplo, la dote, pagos por la novia, matrimonio precoz)

4.11.                    Falta de espacios para mujeres y niñas, espacios físicos o virtuales de encuentro que permitan su libre expresión y comunicación; un lugar para desarrollar amistades y redes sociales, vincularse a asesores y buscar consejos en un ambiente de apoyo.

4.12.                    Uso generalizado de la violencia dentro de la familia o la sociedad para enfrentar los conflictos.

4.13.                    Un limitado marco legislativo y de políticas para prevenir y hacer frente ante la violencia.

4.14.                    Falta de sanción (impunidad) para perpetradores de la violencia.

4.15.                    Bajos niveles de concientización por parte de los proveedores de servicios, así como de los actores judiciales y los encargados de hacer cumplir la ley.

4.16.                    Algunos factores adicionales de riesgo que se encuentran relacionados con la  violencia por parte de la pareja íntima, que se han identificado en el contexto de los Estados Unidos son: corta edad; deficientes niveles de salud mental relacionadas a  una baja autoestima, ira, depresión, inestabilidad emocional y dependencia, rasgos de personalidad antisocial o fronteriza y aislamiento social; historial de disciplina física en la infancia; inestabilidad marital y separación o divorcio; historial de comisión de abuso psicológico; relaciones familiares no saludables; temas asociados a la pobreza como hacinamiento y tensión económicas, y bajos niveles de intervención comunitaria o acciones contra la violencia doméstica.

ü  Algunos factores adicionales de riesgo que se encuentran relacionados con la  violencia por parte de la pareja íntima, que se han identificado en el contexto de los Estados Unidos son: corta edad; deficientes niveles de salud mental relacionadas a  una baja autoestima, ira, depresión, inestabilidad emocional y dependencia, rasgos de personalidad antisocial o fronteriza y aislamiento social; historial de disciplina física en la infancia; inestabilidad marital y separación o divorcio; historial de comisión de abuso psicológico; relaciones familiares no saludables; temas asociados a la pobreza como hacinamiento y tensión económicas, y bajos niveles de intervención comunitaria o acciones contra la violencia doméstica. 

5.       ¿POR QUÉ CUESTA TANTO SALIR DE ESTA SITUACIÓN?

Son muchas las dificultades a las que debe enfrentarse una mujer a la hora de abandonar una relación abusiva. Podríamos dividirlas en:

5.1   OBSTÁCULOS INTERNOS
Son los que se refieren al mundo emocional:

ü  Enfrentarse a las  pérdidas: perder su pareja,  la familia que crearon conjuntamente,  las amigas  y los amigos comunes,  los bienes, el proyecto de vida, etc., son situaciones vitales muy dolorosas.

ü  Los hijos e hijas constituyen siempre un gran motivo de preocupación ya  sea por la violencia que los menores igualmente padecen, ya sea por tener que abandonar el hogar con ellos y someterles a las mismas pérdidas vitales.

ü  El miedo: a que la violencia se incremente, a las dificultades económicas, al aislamiento e incomprensión sociales, a no ser creídas, al cambio.

ü  La propia construcción de género de la mujer: ella  incorpora - en mayor o menor grado- que su papel en la relación de pareja es la responsabilidad de mantener la armonía, la familia unida, y   ayudar a su pareja para que la situación de maltrato desaparezca y puedan volver a tener una convivencia “normal”. Por este motivo, si no lo consiguen, pueden sentirse fracasadas como mujeres.

ü  Los sentimientos  que generan estas situaciones: son muchas las mujeres que, a pesar de ser  ellas quienes sufren la violencia, experimentan sentimientos de culpa, de vergüenza, de baja autoestima, de fracaso.

ü  El “mito del amor romántico” que hace que la mujer interprete las restricciones que su pareja maltratadora impone a su libertad no como limitaciones y por lo tanto como los primeros indicios del abuso y la violencia, sino como el camino a la felicidad.

ü  El aislamiento al que le ha sometido su agresor hace que muchas veces éste sea la única referencia para la mujer, y entonces resulta fácil que ella crea que depende emocionalmente de él y se considere incapaz de terminar con la relación.

ü  La propia invisibilidad de la violencia: por costumbre, por no darle importancia, porque la violencia siempre empieza por incidentes tan leves que no son fáciles de detectar, porque las propias secuelas de la violencia hacen que las mujeres a veces no puedan pensar con claridad. Todos estos motivos hacen que muchas mujeres tarden tiempo en ser conscientes de la situación que están padeciendo y no puedan por tanto tomar las medidas adecuadas.
Todas estas dificultades actúan como un freno e influyen en que las mujeres no hablen, no actúen o no puedan  cambiar.
5.2   OBSTÁCULOS EXTERNOS
También hay que considerar las barreras externas u obstáculos que impiden a las mujeres aumentar su seguridad y supervivencia:

ü  Obstáculos generados por el propio agresor: mediante la coacción y las amenazas le ha hecho creer a la mujer  que no vale para nada, que es incapaz de tomar decisiones, que nadie le va a ayudar,  hasta que  ella se lo ha creído.

ü  La falta de servicios eficaces, seguros y accesibles. Falta de información/ desinformación/ información sesgada. Sigue existiendo falta de apoyo eficaz de los profesionales y/o  instituciones. Actitudes y estereotipos profesionales y sociales que culpan a la víctima por la situación de malos tratos.

ü  Plazas muy limitadas en algunos servicios, de manera gratuita (por ejemplo guardería), dificultad para conseguir una vivienda, un empleo. Los procesos judiciales varían mucho, dependiendo de los juzgados, los lugares, los equipos, los profesionales

ü  En cuanto a los recursos a su disposición, sus derechos y las leyes que las protegen, las mujeres maltratadas tienen a menudo poco acceso a la información para ponerse a salvo. El maltratador suele ser en muchos casos la única fuente de información a la que tienen acceso.

ü  Presiones, limitaciones y desigualdad económica y social, condiciones laborables inestables, y la discriminación en el empleo por cuestiones de género. Muchas abandonan su empleo por el acoso y acecho de sus parejas o ex parejas. También, a veces las organizaciones laborales son inflexibles y dificultan el asistir a tribunales, a solicitar ayudas… Pérdida de posesiones materiales y económicas, a veces hasta sin hogar. El tiempo en las casas de acogida es limitado.

ü  Limitaciones sociales y familiares. Creencias y valores estereotipados sobre las mujeres, su puesto en la familia, el entorno y la sociedad, actitudes que refuerzan el concepto de inferioridad de la mujer frente al hombre. Creencias religiosas que promueven la desigualdad y sumisión de las mujeres. Falta de apoyo familiar.

ü  Vulnerabilidad: las mujeres que emigran (sobre todo los primeros años de incorporación en el país de acogida), las mujeres indigentes, las mujeres con discapacidad, las ancianas, las niñas. Por cuestiones raciales, culturales y/o étnicas donde no se acepta la separación y el divorcio, y teme al rechazo del grupo étnico o familiar.

La mujer que sufre maltrato puede tardar años en hacerse consciente de la situación en la que está inmersa. Este proceso puede comprender varios intentos de abandonar la relación, que pueden hacerse efectivos o no.

II.                  LOS HOMBRES FRENTE A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

2.1. LA POSICIÓN DE LOS HOMBRES FRENTE A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

La muerte de Ana Orantes, la granadina de 60 años a la que su ex marido roció con gasolina y calcinó el 17 de diciembre de 1997 por haber contado en un programa de televisión los malos tratos a que éste la había sometido durante años, marcó un antes y un después en el grado de sensibilidad y repulsa de la opinión pública frente a la violencia machista. Su asesinato provocó que en enero de 1998 el grupo de hombres de Sevilla sacara el primer manifiesto público de “hombres contra la violencia ejercida por hombres contra las mujeres”, recogiera firmas de hombres en su apoyo y pusiera en circulación el lazo blanco, símbolo de la paz, sin saber que reproducían una iniciativa similar impulsada por hombres canadienses.

Esta decisión hizo visible, por primera vez, que la violencia contra las mujeres era rechazada por un número significativo de hombres, que dejaban de estar dispuestos a seguir manteniendo el silencio cómplice que sirve a los agresores de coartada, la coartada de hacer pensar que el maltrato lo ejercen en defensa de unos privilegios históricos que el colectivo masculino deseara conservar. La iniciativa marcó por tanto el principio del fin de la cohesión pública de los hombres frente a las mujeres; fue el primer signo claro de división de los hombres ante el conjunto de la ciudadanía en dos grupos claramente irreconciliables que intentan orientar la evolución de la mayoría del colectivo masculino: los que apuestan por mantener a toda costa sus privilegios sobre las mujeres y los que se plantean, junto al feminismo, erradicar las desigualdades entre los sexos. Estos dos grupos mantienen posiciones enfrentadas en todos los temas en los que se plantea la posibilidad de avanzar hacia la igualdad: incrementar la implicación de los hombres en lo doméstico, aplicar medidas de discriminación positiva para romper los techos de cristal que dificultan la igualdad de oportunidades, reconocer a las mujeres el derecho a controlar su sexualidad y su capacidad reproductiva, etcétera.

Diferencias que se van trasladando al conjunto de la ciudadanía, y han contribuido a lograr que cada día cueste más encontrar hombres capaces de rechazar en público que la igualdad entre los sexos es un objetivo deseable. Un ideal que hoy dicen defender hasta sus detractores cuando tratan de explican las posiciones con las que intentan socavarlo, oponiéndose al derecho al aborto, a la ley integral contra la violencia, etcétera.

El manifiesto de Sevilla contra la violencia hacia las mujeres fue mucho más que la manifestación espontánea de un grupo de hombres que sintieron la necesidad de levantar la voz contra una salvajada: fue el resultado de un proceso de cambio que se venía gestando en sectores del colectivo masculino cercano al feminismo desde los albores de la democracia. Hombres y grupos de hombres que desde distintas zonas del Estado (Valencia, Bilbao, Madrid, Barcelona…) llevaban más de una década cuestionando los modelos masculinos tradicionales y manifestando públicamente sus posiciones contra la desigualdad entre los sexos, compartieron la ola de indignación que provocó el asesinato de Ana Orantes. Fue sólo el primero de una serie de gritos que desde entonces han levantado miles de hombres para deslegitimar a los agresores, diciéndoles que no sólo no eran los más consecuentes con lo que se espera de cualquiera “que se vista por los pies”, sino que avergonzaban a la inmensa mayoría del colectivo masculino. Estas voces se ya se habían levantado en países como Canadá y desde entonces se vienen oyendo cada vez más fuertes en países de todo el mundo. Voces que proclaman alto y claro que la violencia contra las mujeres no es la consecuencia inseparable de la masculinidad aunque tenga su origen en la educación de la misma, porque todos hemos sido educados en el machismo pero sólo una minoría pega a las mujeres, de modo que por muchas explicaciones que den no existen justificaciones y los agresores son los únicos responsables de sus actos ante sus víctimas y ante la justicia.

Esta lucha ha merecido múltiples reconocimientos; el último fue el del Secretario General de Naciones Unidas en su declaración institucional del pasado 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, cuando dice: «Los hombres también se están manifestando cada vez con más frecuencia en contra de esta mancha en nuestra sociedad. Entre los ejemplos de ámbito mundial se cuentan la Campaña del Lazo Blanco y V-Men, la respuesta de los hombres a la campaña V-Day. Además, en talleres organizados por las comunidades, los hombres enseñan a otros hombres que hay otra vía y que los hombres de verdad no golpean a las mujeres.»
Los hombres que nos oponemos a la violencia ejercida por hombres contra las mujeres estamos ganando influencia y visibilidad, vamos avanzando en organización y formamos el embrión de un movimiento autónomo que interviene cada día en más espacios donde se lucha contra el machismo y se contribuye a conquistar la igualdad entre los sexos. El rechazo a la violencia contra las mujeres se ha convertido, por la forma tan descarnada que tiene de mostrar las consecuencias de las desigualdades de género, en el objetivo que más cohesiona a nivel internacional al movimiento de hombres (hombres por la igualdad, pro-feministas, anti-patriarcales, contra la desigualdad…).
Es el más sólido ariete contra cualquier pretensión de cohesión masculina en torno a las prácticas o las políticas que tratan de mantener las desigualdades y legitiman la sumisión de las mujeres. Nos ha ayudado a lograr una voz minoritaria pero significativa, que no para de crecer y va poniendo cara al cambio de valores que se está produciendo en la inmensa mayoría del colectivo masculino.

Sin embargo es aún una voz sin la fuerza suficiente para evitar que siga habiendo hombres que agredan a sus parejas, coarten su libertad y limiten la de todas las mujeres, obligándolas a mantenerse alerta y a extremar las precauciones para no cometer el error de enamorarse de alguien que pueda llegar a convertirse en su victimario. Aunque minoritarios, siguen siendo tantos los machistas redomados, y tan difíciles de distinguir de la inmensa mayoría que nunca ha maltratado a una mujer, que su conducta extiende la sospecha sobre todo el colectivo masculino, dando visos de credibilidad a la sentencia coloquial que sostiene que “todo hombre es un maltratador en potencia”. Esta apreciación se apoya en una herencia histórica y cultural que contribuye a explicar el hecho indiscutible de que en el mundo, aún hoy, al menos una mujer de cada tres haya sido golpeada, obligada a practicar el sexo u objeto de otro tipo de abusos a lo largo de su vida, por alguien que conoce a la víctima.

Por eso, aunque la mayoría de los europeos sean “hombres sensibles y machistas recuperables”, como le gustaba decir a Josep-Vicent Marqués, podemos decir sin temor a equivocarnos que la violencia contra las mujeres existe en todos los países y todas las clases sociales; es un drama que no tiene nada de imaginario y cualquier intento de relativizarlo contribuye a su permanencia; un drama que hace difícil hablar de libertad en una sociedad en la que la mitad de la población, las mujeres, se siente amenazada por la otra mitad, los hombres, a los que percibe como una amenaza real o potencial.
Los hombres, al menos en nuestro país, se manifiestan mayoritariamente a favor de la igualdad, aunque miran con cierta ambivalencia a quienes dedicamos parte de nuestro tiempo a denunciar las desigualdades. Es frecuente que nos vean como a “tíos majos” que tratamos de caer bien a las mujeres dándoles la razón en todo, pero poco solidarios con el resto de los hombres porque no mostramos complicidad con su remoloneo, tíos que sólo vemos lo malo de los hombres y lo bueno de las mujeres y que nos negamos a aceptar que “ellas tampoco son unas santas”.

Los hombres por la igualdad no estamos exentos de contradicciones personales y colectivas, tenemos un discurso francamente inacabado, y seguimos siendo vistos con desconfianza por sectores del movimiento de mujeres, que no acaban de considerarnos sus aliados porque somos hombres y, por tanto, una especie de drogadictos en proceso de rehabilitación que podemos recaer en cualquier momento. Hombres que podemos ser, aún sin saberlo, la avanzadilla de una  nueva versión del sexismo, que intentamos renovar el discurso para poder perpetuar la desigualdad entre los sexos. Los mismos perros con distinto collar. Hombres tan empeñados en articular un discurso autónomo contra la desigualdad que suscitamos el temor de pretender competir con las mujeres por el liderazgo en la lucha por la igualdad.
Esta desconfianza parece que se va desvaneciendo con el paso de los años, a medida que las trayectorias personales, la solidaridad con las reivindicaciones del feminismo, los discursos que articulamos o las acciones que impulsamos van avalando la honestidad de nuestra apuesta por el cambio, aunque siga habiendo mujeres igualitarias que todavía nos analizan como a monedas falsas. La suspicacia también se diluye porque cada vez hay más hombres que contribuyen al cambio desde sus casas, desde sus lugares de participación social y desde la acción política, convirtiéndose en referentes necesarios para el cambio del resto de los hombres; propiciando que amplios sectores del movimiento de mujeres vean la conveniencia, la importancia y la inevitabilidad de una implicación consciente e intencionada de los hombres organizados por la igualdad, y la necesidad de asumir el riesgo de una alianza necesaria para acabar con la violencia machista y compartir el diseño y la construcción de un futuro que sin ellos no será posible.
La soledad decreciente es el precio a pagar por los primeros hombres que se deciden a cuestionar la cohesión del grupo que detenta el poder, el grupo al que pertenecemos todos “por derecho de nacimiento”, por nuestro sexo y por nuestra educación, un grupo que nos hace parecer perdidos cuando andamos en una dirección distinta al resto, aunque sepamos que no estamos locos, que sabemos lo que queremos: un mundo más solidario, libre, diverso e igualitario. Se trata sin duda de dificultades razonables pero que nos someten a los hombres por la igualdad a la necesidad de mantener unos niveles de coherencia y constancia en los espacios público y privado que no se exige al resto, ni necesitan cumplir quienes nos la reclaman.


2.2. LAS EMOCIONES BÁSICAS:

2.2.1.                     Furia y resentimiento: es la emoción que sostiene el discurso que reivindica la supremacía masculina, que se percibe como atacada por la “insubordinación” de ciertas mujeres. La furia impregna el discurso de dichos hombres que no toleran dicho cuestionamiento a la jerarquía patriarcal; el resentimiento caracteriza al de las  mujeres “machistas” a la hora de juzgar la actitud de las “excesivamente liberadas”

2.2.2.                     Negación: en este caso estamos ante un ocultamiento de emociones profundas, puesto que la negación “hace como si” la violencia fuera un asunto no significativo de la vida social, minimizando su alcance deslegitimando la preocupación institucional al respecto.

2.2.3.                     Despreocupación: se habla de una no emoción ya que este discurso tiende a negar la importancia, situándola como fenómeno residual y/o como ajeno al grupo social de los hablantes. Se trata de una toma de distancia que tiende a situar al discurso como ajeno de una dinámica que solo concerniría a terceros (agresores y agredidas)

2.2.4.                     Temor: es la emoción básica que expresa el discurso de las mujeres jóvenes que perciben a la violencia masculina como amenaza  potencial difusa y omnipresente. El temor requiere medidas que aporten confianza y seguridad; puesto que la amenaza difusa no tiene nombre ni origen preciso.

2.2.5.                     Rechazo: esta emoción caracteriza el discurso masculino que condena la violencia, atribuyéndola al machismo sobre otros sectores sociales. Surge ante un fenómeno real pero relativamente distante, por tanto, el compromiso emocional con el asunto es limitado: el rechazo manifiesta un distanciamiento respecto al agresor pero sin movilizar necesariamente empatía hacia la agredida.

2.2.6.                     Indignación: la violencia aparece no solo como un fenómeno negativo sino como resultado de conductas emocionales inadmisibles e injustificables, que suscitan un vivo rechazo emocional: la indignación moviliza la solidaridad moral y empatía con las víctimas, así como un claro rechazo afectivo respecto a los agresores.

2.2.7.                     Compromiso: la emoción tiende a ser “elaborada” por un proceso reflexivo, partiendo de la identificación afectiva de las víctimas se trasciende el marco inicial de la empatía vinculándolo a la necesidad de establecer relaciones duraderas para remover las causas de las conductas violentas.


2.3. LA IMPLICACIÓN DE LOS HOMBRES FRENTE A AL VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES

Según Lozoya G. (2009). “La violencia contra las mujeres ha existido siempre; en todas las épocas se ha legislado contra ella y ha habido casos en que los agresores han sido condenados con todo el peso de la ley, pero presentándolos como resultado de circunstancias anormales o patológicas en lugar de como manifestaciones de un problema más profundo, para que se vieran como casos aislados y seguir manteniendo la subordinación de la mujer.

Por eso es tan necesario que los hombres la rechacemos dando la cara, porque estamos en las mejores condiciones para deslegitimar a los agresores diciendo públicamente que ser hombres no tiene nada que ver con la violencia hacia las mujeres y que sin machismo no habría desigualdades de género, oprimidas ni subordinación.

Pero el compromiso de los hombres a no agredir a las mujeres y denunciar a quienes lo hagan es, pese a su importancia indiscutible, un gesto insuficiente, porque nos enfrentamos a un problema que hunde sus raíces en la cultura, la educación, las subjetividades y la vida cotidiana; es necesario un esfuerzo consciente y constante para erradicar las semillas de la violencia de género. Un esfuerzo que promueva en los hombres un cambio personal y colectivo mucho más profundo que el que supone el rechazo racional y razonado de las manifestaciones más sangrantes del fenómeno, que son las que logran acaparar la atención de los medios de comunicación, un cambio que modifique el conjunto de las relaciones que mantenemos con las mujeres, con el resto de los hombres y con la vida cotidiana; un cambio que precisa de una nueva distribución den las prioridades personales y un incremento del tiempo que dedicamos a la casa en detrimento del que nos ocupan el trabajo remunerado o las relaciones sociales.

La violencia contra las mujeres nos exige cambios en muchos frentes diferentes —aunque relacionados—que tenemos que aprender a conciliar para atenderlos de forma específica y simultánea, sin que al hacerlo dejemos de tener una vida razonablemente tranquila; y es que de lo que se trata, más que de hacer grandes gestos, es de ir viviendo cada día de forma un poco más igualitaria. Hace falta mantener una actitud crítica ante las desigualdades y violencias cotidianas menos llamativas que sufren las mujeres y otros colectivos (como las minorías sexuales) a causa de las actitudes y comportamientos sexistas que suelen pasan desapercibidos, sin dejar de ver los sufrimientos innecesarios que nos ahorraríamos si dejáramos de intentar de cumplir con muchos mensajes asociados a la masculinidad tradicional.

Implicarnos contra la violencia hacia las mujeres no nos exige comportamientos heroicos como los de Daniel Oliver o Jesús Neira, aunque estos fueran ejemplarizantes. Basta con un ser y un estar igualitario en la vida y las relaciones, que deje claro que nos molestan las expresiones y las conductas machistas, para que los menos igualitarios se sientan incómodos y presionados a cuidar lo que dicen o hacen en nuestra presencia. Para lograr este resultado hace falta algo más que aprenderse y repetir el discurso; es necesario que se perciba la coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, que seamos autocríticos y nos esforcemos por asumir las responsabilidades que descargamos en nuestras parejas en el hogar, al tiempo que somos respetuosos e igualitarios con el resto de las mujeres con las que nos relacionamos en otros ámbitos.
No son pocas las voces que señalan que la falta de implicación de los hombres en lo doméstico es el mayor obstáculo que queda para avanzar significativamente en la consolidación de unas relaciones igualitarias con las mujeres, unas relaciones que exigen que nos pongamos las pilas y el delantal para compartir solidariamente con ellas la vida, el trabajo y el poder. Una implicación así facilitará la incorporación permanente de las mujeres al mercado de trabajo, su promoción profesional, la adecuación de la legislación laboral a las necesidades que se derivan de la conciliación, el desarrollo de los servicios sociales que ayuden a garantizar el cuidado de las personas dependientes (guarderías públicas, centros de día,…) y que la escuela transmita modelos igualitarios a las nuevas generaciones.

Al hacer la parte que nos corresponde de las tareas que han hecho tradicionalmente las mujeres, compartiremos con ellas la necesidad de cambios en la organización del mercado de trabajo y las políticas de bienestar social para hacer posible conciliar la vida laboral y familiar sin morir en el intento. Asumiremos la urgencia de las reivindicaciones del movimiento de mujeres para que el Estado de prioridad a las políticas de igualdad, y estaremos encantados de aportar ideas que contribuyan a una legislación que ayude a satisfacer las aspiraciones de bienestar de toda la ciudadanía, evitando que la pertenencia a uno u otro sexo suponga ningún tipo marginación en los servicios o prestaciones que ofrece el Estado, salvo que se justifiquen como medidas transitorias de discriminación positiva para superar desigualdades existentes o que vayan apareciendo”

III.                ALTERNATIVAS DE SOLUCIÓN

3.1. ENFOQUES
Todas las intervenciones que se desarrollen en el marco lógico del Plan se realizarán desde los enfoques de:

3.1.1.        ENFOQUE DE LOS DERECHOS HUMANOS:
Parte del principio que las mujeres tienen los mismos derechos y responsabilidades que los hombres y que no es admisible ninguna diferenciación no objetiva ni razonable relativa al ejercicio de derechos y goce de oportunidades. Asimismo, implica reconocer el carácter universal e interdependiente de sus derechos civiles, sociales, políticos y económicos.
Trabajar desde un enfoque de derechos humanos implica incidir en la promoción y protección de los derechos de las mujeres, identificando los derechos que han sido vulnerados o no realizados, así como las barreras sociales, económicas, culturales e institucionales que limitan su ejercicio.

3.1.2.        ENFOQUE DE GÉNERO:
Parte del reconocimiento de la existencia de relaciones asimétricas entre hombres y mujeres construidas en base a las diferencias sexuales y que son el origen de la violencia hacia las mujeres. El enfoque de género permitirá diseñar estrategias de intervención orientadas al logro de la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.

3.1.3.        ENFOQUE DE INTEGRALIDAD:
La violencia hacia la mujer es multicausal, y contribuyen a su existencia factores que están presentes en distintos ámbitos; a nivel individual, familiar, comunitario y estructural, lo que hace necesarios establecer intervenciones en los distintos niveles en los que las personas se desenvuelven y desde las distintas disciplinas.

3.1.4.        ENFOQUE DE INTERCULTURALIDAD:
Implica atender a la posibilidad de diálogo entre distintas culturas, de modo que permita recuperar desde los diversos contextos culturales, todas aquellas expresiones que se basan en el respeto al otro/a. No obstante, ello de ninguna manera significa aceptar prácticas culturales discriminatorias hacia las mujeres que toleren la violencia hacia ellas u obstaculicen el goce de igualdad de derechos.

IV.                PLAN EDUCATIVO

4.1. DATOS GENERALES

A.      DENOMINACIÓN: Percepción del hombre respecto al maltrato hacia la mujer
B.      INSTITUCIÓN: Universidad Cesar Vallejo
C.      N° DE BENEFICIARIOS: 30 alumnos de III ciclo de facultad de Psicología
D.      DIRECCIÓN: Av. Larco 1770 – Pabellón D. Salón 504
E.       DURACIÓN DEL PROYECTO: 2 meses

4.2. INTRODUCCIÓN:
A.      DEFINICIÓN :
Según la Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, define la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada.

B.      CAUSAS Y CONSECUENCIAS
Las causas que evidencian la temática a tratarse son: La inequidad de género y la discriminación, el cambio de rol por parte de la mujer, el estrés, la falta de comunicación, determinante relacionado con la infidelidad, el cambio de rol por parte de la mujer, la falta de comunicación y determinante relacionado con la infidelidad.
Las consecuencias que se originan por la práctica de efectuar la temática tratada en el marco teórico son: Atestiguar o experimentar abuso desde la infancia, abuso de sustancias nocivas, pertenencia de las mujeres a grupos marginados o excluidos, la presencia de disparidades económicas, educativas y laborales, conflicto y tensión dentro de una relación íntima de pareja o de matrimonio en otras que están especificadas en el marco teórico.

4.3   JUSTIFICACIÓN DEL TRABAJO:
Elaboración de un plan educativo que refleje el marco teórico llevado a la práctica, para concientizar al hombre el daño que causa ha realizar tales acciones, y que el mismo tome medias de solución
4.4   OBJETIVOS:
4.4.1          OBJETIVO GENERAL:
Elaborar un Plan de Educación de la perspectiva que tiene el hombre hacia la violencia contra la mujer para el curso de Psicología Social, teniendo en cuenta una temática desarrollada en clase.

4.4.2          OBJETIVOS ESPECÍFICOS:
Elaborar un Plan de Educación el cual consta de cuatro sesiones frente a la temática investigada.
Aplicar una sesión del Plan de Educación durante la clase.

4.5   MARCO LÓGICO:

SESIONES / TEMA
OBJETIVOS
ACTIVIDADES
MATERIALES

TIEMPO

Sesión N° 01
¿En qué consiste la violencia contra la mujer?
Desarrollar el conocimiento acerca de la violencia contra la mujer y sus tipos que conocen en cuanto al tema.
·         Dinámica de animación
·         Formar grupos de 5 personas.
·         De las 5 personas que una se designe líder para que pueda acercarse a coger una figura violencia contra la mujer
·         En las figuras que cogerán habrán preguntas que se discutirán:
¿Cuáles son actos de violencia contra la mujer?
¿Cuáles son los tipos de violencia?
¿Cómo sabes que ocurre la violencia contra la mujer?
Retroalimentación de las respuestas y conclusiones del tema.
Figuras de actos de la violencia contra la mujer.
Plumones
Hojas bond.
45`
Sesión N° 02
Prácticas de micromachismos
Identificar las formas que se practica el micromachismo
·          Dinámica de animación.
·         Breve comentario de la sesión anterior.
·         Formar grupo de 6 personas en donde contestaran a las siguiente pregunta:
¿Qué es el micromachismo?
·         Exposición de ideas.
·         Ver ejemplos donde se expresen micromachismo y que los identifiquen
·         Comentarios

 Retroproyector
Plumones
Hojas Bond
Imágenes de actos micromachismo
50`
Sesión N°03
Expresando emociones
Descubrir cuáles son las emociones básicas y principales del hombre
·         Dinámica de animación.
·         Formar grupos de 4 personas.
·         Se mostraran video donde se evidencie los actos de violencia contra la mujer.
·         Las señoritas describirán las emociones expresadas por los hombres observadas durante el video

 Video con imágenes de actos de maltrato hacia la mujer.
Retroproyector.
40`
Sesión N° 04
Grado de participación del hombre.

Conocer el grado de participación por parte del hombre frente a la violencia contra la mujer
·         Dinámica de animación.
·         Comentarios de las sesiones anteriores.
·         Breve exposición del tema.
·         Formar grupos las cuales discutirán las posibles razones del porque el hombre realiza tales actos.
Comentarios finales.
Papelote
Retroproyector
Plumones

50`

4.6   CRONOGRAMA

 

SESIÓN
FECHA
CONSTANCIA DE VERIFICACIÓN
01
¿En qué consiste la violencia contra la mujer?
06 – 06- 2015
Lista de asistencia
02
Prácticas de micromachismos
20-06-2015
Lista de asistencia
03
Expresando emociones
04-07- 2015
Lista de asistencia
04
Grado de participación del hombre.

18-07-2015
Lista de asistencia


V.                  REFERENCIAS BIBLIOGRAFICAS

ü   Lozoya G. (2009). Los hombres frente a la violencia contra las mujeres. México:         Gizonduz. Recuperado de https://www.euskadi.eus/contenidos/informacion/material/es_gizonduz/adjuntos/4_los_hombres_frente_a_la_violencia_contra_las_mujeres.pdf


ü   Ministerio de la Mujer  y Desarrollo Social (2008). Plan nacional contra la violencia hacia la mujer 2009- 2015. Perú. Recuperado de http://www.unfpa.org.pe/Legislacion/PDF/20090326-MIMDES-Plan-Nacional-Contra-la-Violencia-Hacia-la-Mujer_2009-2015.pdf


ü   Ministerio de sanidad política social e igualdad. Actitudes de la población ante la violencia de género. (10ma colección). España: Colectivo Loe. Recuperado de http://www.msssi.gob.es/ssi/violenciaGenero/publicaciones/colecciones/PDFS_COLECCION/libro_10_actitudesVG.pdf


ü    Lozoya G., Bonino L., Casado J., & Szil P. (2009). Violencia masculina contra las mujeres. Hombres por la igualdad. Ayuntamiento de Jerez: Delegación de Salud y Género. México. Recuperado de https://www.euskadi.eus/contenidos/informacion/material/es_gizonduz/adjuntos/violenciamasculinacontralasmujeres.pdf





VI.                ANEXOS

ANEXO N° 01: ESCALA DE ACTITUDES
     1.       PROBLEMA:
Cuál es la actitud del hombre frente al maltrato de la mujer.

      2.       OBJETIVO:
Medir la actitud de los varones hacia el maltrato a la mujer.

     3.       HIPOTESIS:
Porque las generaciones pasadas del hombre practicaban, entonces por aprendizaje se observó lo que aprendieron.
El hombre fue educado indiferentemente frente a la actitud empática hacia la mujer.
La mujer tiene el derecho a vivir sin violencia.



       4.       DEFINICIÓN:
La Declaración sobre la eliminación de la violencia contra la mujer, adoptada por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1993, define la violencia contra la mujer como "todo acto de violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en la vida privada.
Abarca, sin carácter limitativo, "la violencia física, sexual y psicológica en la familia, incluidos los golpes, el abuso sexual de las niñas en el hogar, la violencia relacionada con la dote, la violación por el marido, la mutilación genital y otras prácticas tradicionales que atentan contra la mujer, la violencia ejercida por personas distintas del marido y la violencia relacionada con la explotación; la violencia física, sexual y psicológica al nivel de la comunidad en general, incluidas las violaciones, los abusos sexuales, el hostigamiento y la intimidación sexual en el trabajo, en instituciones educacionales y en otros ámbitos, el tráfico de mujeres y la prostitución forzada; y la violencia física, sexual y psicológica perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.


      5.        VARIABLES:

ü  Derechos humanos: creer que practica la equidad entre él y ella. Violentándola sutilmente (mensajes ocultos).

ü  Nivel de educación: involucra a la ocupación, el estatus socioeconómico. El nivel de educación.

ü  Género: Se da mayor valor social al hombre (consciente o inconscientemente)

ü  Imposición de poder sobre la mujer: considerar que el vale más que la mujer y que tiene derechos sobre ella.

ü  Prejuicios y tabúes.

6             .       ESCALA DE ACTITUD:

ACTITUD DEL HOMBRE RESPECTO AL MALTRATO HACIA LA MUJER

Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo con cada una de las siguientes informaciones:

1.       Totalmente de acuerdo.
2.       Bastante de acuerdo.
3.       Poco en desacuerdo.
4.       Ni acuerdo ni desacuerdo.
5.       Poco de acuerdo.
6.       Bastante en desacuerdo
7.       Totalmente en desacuerdo.

         a)      Cuando una mujer comete un error se le debe levantar la voz y gritarle.

       (1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)

         b)      Hombres y mujeres deben gozar de los mismos derechos.

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)

          c )       La mujer debería quedarse en el hogar y al cuidado de los niños.

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)
           d)      Los hombres deben realizar tareas del hogar.

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)

           e)      Existen sentimientos de culpabilidad cuando se violenta a una mujer.

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)
 
f          f)       Las agresiones a las mujeres se da por insatisfacción sexual

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)

          g)      Un padre que violenta a su esposa da buen ejemplo a su hijo

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)

         h)      En el ámbito laboral, los altos puestos como de gerencia deben ser asignados a hombres.

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)

          i)        El hombre que solicita ayuda y opinión de una mujer se siente inferior.

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)

j          j)        El hombre es el rey de la casa.

(1)         (2)                (3)           (4)              (5)            (6)            (7)






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