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FACULTAD
DE HUMANIDADES
ESCUELA
ACADÉMICO PROFESIONAL DE PSICOLOGÍA
MONOGRAFÍA:
PERCEPCIÓN
DEL HOMBRE RESPECTO AL MALTRATO HACIA LA MUJER
AUTORAS:
CABOS MONTENEGRO MELANY ALEXANDRA
DIAZ HORNA YARUMI VANESSA
GUTIERREZ TÁVARA LUZ ADRIANA ARLABÉ
ASESOR:
LENIN CÁRDENAS, WALTER
TRUJILLO – PERÚ
2015
ÍNDICE
INTRODUCCIÓN
I.
CONCEPTOS
BÁSICOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
1.1
Definición
de violencia contra la mujer
2.
Tipos de violencia contra las mujeres
2.1
Micromachismos
2.2
Violencia
psicológica
2.3
Violencia
física
2.4
Violencia
sexual
2.5
Violencia
económica
2.6
Violencia
social
3.
Causas
4.
Consecuencias
5.
¿Por qué
cuesta tanto salir de esta situación?
5.1
Obstáculos
internos
5.2
Obstáculos
externos
II.
LOS
HOMBRES FRENTE A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
2.1. La posición de los hombres frente a la
violencia contra las mujeres
2.2. Las emociones básicas
2.3. La implicación de los hombres frente a al
violencia contra las mujeres
III.
ALTERNATIVAS
DE SOLUCIÓN
3.1.
Enfoques
3.1.1.
Enfoque de
los derechos humanos
3.1.2.
Enfoque de
género
3.1.3.
Enfoque de
integralidad
3.1.4.
Enfoque de
interculturalidad
IV.
Plan
Educativo
4.1.
Datos
generales
4.2.
Introducción
4.3.
Justificación
del trabajo
4.4.
Objetivos
4.5.
Marco
lógico
4.6.
Cronograma
4.7.
Referencia
bibliográficas
4.8.
Anexos
V.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS
VI.
ANEXOS
1.
ESCALA DE
ACTITUD “Actitud del hombre frente al maltrato de la mujer”
INTRODUCCIÓN
La
consolidación de relaciones igualitarias entre mujeres y hombres en los
diversos ámbitos de la vida social es una de las bases de las políticas de
Estado. Siendo la obligación del Estado fomentar y ejecutar políticas públicas
tendientes a alcanzar la erradicación de la violencia contra la mujer en sus
diferentes manifestaciones, el Ministerio de la Mujer y Desarrollo Social ha
venido desarrollando políticas públicas nacionales y vigilando el cumplimiento
de los acuerdos y compromisos internacionales suscritos por el Perú para la
adopción de medidas concretas conducentes a contribuir a la efectiva vigencia
del derecho de las mujeres a una vida libre de violencia.
Pero no
solo el ámbito polito y de salud viene realizando y desarrollando este tema,
sino que también ahora la sociedad, conformada por grupo de personas que ha
sido afectada la violencia a formado comisiones encargadas de proponer planes
en ejecución en contra de este maltrato,
e indignación y devaloración de la mujer.
Debido a la gran cantidad de casos que se
presenta no solo en el Perú sino a nivel mundial es que se ha visto conveniente
tratar y desarrollar la monografía la cual tiene como título PERCEPCIÓN DEL HOMBRE RESPECTO AL MALTRATO
HACIA LA MUJER, la cual estará desarrollando temas como conceptos
esenciales de la violencia hacia la mujer, la perspectiva que demuestra el
hombre hacia este tipo de maltrato y alternativas de solución acompañadas de
enfoques y plan educativo; además de estos contenido ya mencionados también se
presenta una escala de actitudes que nos permitirá comprender el pensamiento y
comportamiento del hombre hacia la violencia contra la mujer.
El principal objetivo de esta monografía
además de cumplir con la reglamentaria asignada es encontrar las posibles
emociones y posiciones del hombre de la violencia contra la mujer, que
implicaciones se dan para que ocurran tales sucesos.
Además se espera que cada lector pueda recibir
información útil para actuar en la práctica del cambio que se desea generar en
forma cognitiva en contra del maltrato hacia la mujer, concientización la
significación a los actos de estos hechos por parte del hombre.
I.
CONCEPTOS
BÁSICOS DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
1.1.
DEFINICIÓN DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER
Se puede definir como la
expresión de conductas agresivas que desarrolla el hombre frente a la mujer en
el contexto de las relaciones de pareja. Son comportamientos recurrentes,
basados en una relación de poder desigual.
La violencia que los hombres ejercen sobre su pareja puede adoptar muy diversas formas y generalmente comienza de modo insidioso por lo que con frecuencia es difícil de reconocer incluso por la propia mujer.
En el inicio, los malos tratos suelen manifestarse por actitudes de dominio impuestas por los hombres violentos e idealizadas por la fantasía femenina como expresión del sentimiento amoroso y que se identifican culturalmente como pruebas o actos de amor; entre otras cabría señalar la expresión de los celos o las actitudes “protectoras” que impiden la autonomía e independencia de las mujeres
Paulatinamente los actos violentos se van incrementando en intensidad y frecuencia ,observándose mayor riesgo de morbilidad y mortalidad para las mujeres cuando la relación violenta tiene varios años de evolución. Este proceso de instauración gradual que suponen atentado contra la integridad de las mujeres, actúa sobre sus sentimientos, sus emociones, sus relaciones afectivas, familiares y sociales, sobre su sexualidad y sobre su cuerpo dejando una profunda huella.
La violencia que los hombres ejercen sobre su pareja puede adoptar muy diversas formas y generalmente comienza de modo insidioso por lo que con frecuencia es difícil de reconocer incluso por la propia mujer.
En el inicio, los malos tratos suelen manifestarse por actitudes de dominio impuestas por los hombres violentos e idealizadas por la fantasía femenina como expresión del sentimiento amoroso y que se identifican culturalmente como pruebas o actos de amor; entre otras cabría señalar la expresión de los celos o las actitudes “protectoras” que impiden la autonomía e independencia de las mujeres
Paulatinamente los actos violentos se van incrementando en intensidad y frecuencia ,observándose mayor riesgo de morbilidad y mortalidad para las mujeres cuando la relación violenta tiene varios años de evolución. Este proceso de instauración gradual que suponen atentado contra la integridad de las mujeres, actúa sobre sus sentimientos, sus emociones, sus relaciones afectivas, familiares y sociales, sobre su sexualidad y sobre su cuerpo dejando una profunda huella.
2.
TIPOS
DE VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
ü Micromachismos: Es un
término de Luis Bonino que hace referencia a comportamientos y hábitos de
dominación y violencia cotidiana en las relaciones de pareja. Son a menudo
inconscientes y casi siempre imperceptibles, pero actúan por acumulación y
tienden a perpetuar una distribución injusta de derechos y oportunidades entre
mujeres y hombres.
ü Violencia psicológica o
emocional se identifica por las descalificaciones públicas o en privado, las
restricciones a la libertad, las acusaciones de incompetencia en el uso de
dinero, incluido el que ella gana, la limitación con sus amistades y familiares
con el objetivo de aislarla y alejarla de sus redes de apoyo.
ü Violencia física: es la más
evidente y fácil de reconocer, persigue el sometimiento, la sumisión y el
control de la víctima y va desde los empujones, hasta la paliza, la obligación
a participar en prácticas sexuales no deseadas o el asesinato.
ü Violencia sexual: siempre
incluye el resto de las violencias. Las agresiones sexuales contra las mujeres
son la versión sexual de los malos tratos, actos de violencia cometidos contra
su voluntad con presión, amenaza o uso de la fuerza, en un contexto de
desigualdad de poder que contribuye al mantenimiento de su subordinación.
ü Violencia económica: es el
control de los recursos económicos, incluido el del dinero que ella gana,
acusándola de incompetente para limitar su libertad.
ü Violencia social: es el
maltrato delante de terceros y la limitación de sus relaciones con amistades y
familiares, para aislarla y dejarla sin redes de apoyo.
3.
CAUSAS
3.2. La inequidad de género y la
discriminación
Son las
causas raíces de la violencia contra la mujer, influenciada
por desequilibrios históricos y estructurales de poder entre mujeres y
hombres existentes en variados grados a lo largo de todas las comunidades en el mundo.
La violencia
contra la mujer y las niñas está relacionada tanto a su falta de poder y
control como a las normas sociales que prescriben los roles de hombres y
mujeres en la sociedad y consienten el abuso. Las iniquidades entre los hombres
y las mujeres trascienden las esferas públicas y privadas de la vida; trascienden los derechos sociales,
económicos, culturales y políticos; y se manifiestan en restricciones y
limitaciones de libertades, opciones y oportunidades de las mujeres. Estas
inequidades pueden aumentar los riesgos de que mujeres y niñas sufran abuso,
relaciones violentas y explotación, debido a la dependencia económica,
limitadas formas de sobrevivencia y opciones de obtener ingresos, o por la
discriminación ante la ley en cuanto se
relacione a temas de matrimonio, divorcio y derechos de custodia de menores.
La violencia
contra las mujeres y niñas no solo es una
consecuencia de la inequidad de género sino que refuerza la baja
posición de las mujeres en la sociedad y las múltiples disparidades existentes
entre mujeres y hombres.
3.3. El estrés:
La cierta
acumulación y aglomeración de tareas, que tiene el hombre ya sea por trabajo
técnico o administrativo causa detonantes de frustración y limitación de
expresión de ideas en la realización de su trabajo, y al no poderlas expresar
ocasiona maltrato en la mujer, siendo ella una vía de liberación de las
frustraciones.
3.4. El cambio de rol por parte de la mujer
El hecho de
que el hombre se considere el que jefe de la familia por las aportaciones
económicas y físicas que da considera que tiene derecho a asignar a las mujeres
el desempeñar de un nuevo rol en el hogar causando asi ser maltratadas, cuando
realizar actividades incompletas, o al parecer del hombre ineficientes.
(Desplazar al hombre en el manejo de dinero).
3.5. La falta de comunicación
El no tener
contacto físico y emocional con la mujer impide que el hombre pueda expresarle
lo que siente en cuanto a conformidad de forma heurística e inconformidad,
generando la agresividad hacia ella.
3.6. Determinante relacionado con la
infidelidad
No solo la
comunicación es ideal para no ser causante de maltrato, sino que la infidelidad
es su acompañante principal, el hombre que empieza a realizar tales actos se
deja influenciar por la tercera persona, accediendo por efecto halo a la
petición de esta y maltratando o agrediendo a su cónyuge de forma física o
emocional.
3.7. El cambio de rol por parte de la mujer
El hecho de que el hombre se considere
el que jefe de la familia por las aportaciones económicas y físicas que da
considera que tiene derecho a asignar a las mujeres el desempeñar de un nuevo
rol en el hogar causando así ser maltratadas, cuando realizar actividades
incompletas, o al parecer del hombre ineficientes. (Desplazar al hombre en el
manejo de dinero).
3.8. La falta de comunicación
El no tener contacto físico y emocional con la mujer impide que el hombre
pueda expresarle lo que siente en cuanto a conformidad de forma heurística e
inconformidad, generando la agresividad hacia ella.
3.9. Determinante relacionado con la
infidelidad
No solo la comunicación es ideal para
no ser causante de maltrato, sino que la infidelidad es su acompañante
principal, el hombre que empieza a realizar tales actos se deja influenciar por
la tercera persona, accediendo por efecto halo a la petición de esta y
maltratando o agrediendo a su cónyuge de forma física o emocional.
4.
CONSECUENCIAS
Una
variedad de factores a nivel individual, de relaciones, de comunidad y de la
sociedad (incluyendo los niveles institucionales/estatales) se intersecan para
aumentar el riesgo de que mujeres y niñas sufran violencia. Estos factores,
representados en el modelo ecológico son:
4.2. Atestiguar o experimentar abuso desde la
infancia (lo que está a asociado a que en el futuro los niños sean
perpetradores de violencia mientras las niñas
experimenten violencia contra ellas)
4.3. Abuso de sustancias (incluyendo alcohol),
asociado a una mayor incidencia de la violencia.
4.4. Pertenencia de las mujeres a grupos marginados
o excluidos.
4.5. Limitadas oportunidades económicas (factor
agravante para la existencia hombres desempleados o subempleados, asociado con la perpetuación
de la violencia; y es un factor de riesgo para mujeres y niñas, de abuso
doméstico, matrimonios forzados, matrimonios precoces, la explotación sexual y
trata.
4.6. La presencia de disparidades económicas,
educativas y laborales entre hombres y mujeres al interior de una relación
íntima.
4.7. Conflicto y tensión dentro de una relación
íntima de pareja o de matrimonio
4.8. El acceso inseguro de las mujeres al control
de derechos de propiedad y de tierras.
4.9. Control masculino en la toma de decisiones y
respecto a los bienes.
4.10.
Actitudes y
prácticas que refuerzan la subordinación femenina y toleran la violencia
masculina ( por ejemplo, la dote, pagos por la novia, matrimonio precoz)
4.11.
Falta de espacios
para mujeres y niñas, espacios físicos o virtuales de encuentro que permitan su
libre expresión y comunicación; un lugar para desarrollar amistades y redes
sociales, vincularse a asesores y buscar consejos en un ambiente de apoyo.
4.12.
Uso generalizado
de la violencia dentro de la familia o la sociedad para enfrentar los
conflictos.
4.13.
Un limitado marco
legislativo y de políticas para prevenir y hacer frente ante la violencia.
4.14.
Falta de sanción
(impunidad) para perpetradores de la violencia.
4.15.
Bajos niveles de
concientización por parte de los proveedores de servicios, así como de los
actores judiciales y los encargados de hacer cumplir la ley.
4.16.
Algunos factores
adicionales de riesgo que se encuentran relacionados con la violencia por parte de la pareja íntima, que
se han identificado en el contexto de los Estados Unidos son: corta edad;
deficientes niveles de salud mental relacionadas a una baja autoestima, ira, depresión,
inestabilidad emocional y dependencia, rasgos de personalidad antisocial o
fronteriza y aislamiento social; historial de disciplina física en la infancia;
inestabilidad marital y separación o divorcio; historial de comisión de abuso
psicológico; relaciones familiares no saludables; temas asociados a la pobreza
como hacinamiento y tensión económicas, y bajos niveles de intervención
comunitaria o acciones contra la violencia doméstica.
ü Algunos
factores adicionales de riesgo que se encuentran relacionados con la
violencia por parte de la pareja íntima, que se han identificado en el
contexto de los Estados Unidos son: corta edad; deficientes niveles de salud
mental relacionadas a una baja autoestima, ira, depresión, inestabilidad
emocional y dependencia, rasgos de personalidad antisocial o fronteriza y
aislamiento social; historial de disciplina física en la infancia;
inestabilidad marital y separación o divorcio; historial de comisión de abuso
psicológico; relaciones familiares no saludables; temas asociados a la pobreza
como hacinamiento y tensión económicas, y bajos niveles de intervención
comunitaria o acciones contra la violencia doméstica.
5.
¿POR QUÉ
CUESTA TANTO SALIR DE ESTA SITUACIÓN?
Son muchas las dificultades
a las que debe enfrentarse una mujer a la hora de abandonar una relación
abusiva. Podríamos dividirlas en:
5.1
OBSTÁCULOS
INTERNOS
Son los que se refieren al mundo emocional:
ü Enfrentarse
a las pérdidas: perder su pareja, la familia que crearon conjuntamente, las amigas
y los amigos comunes, los bienes,
el proyecto de vida, etc., son situaciones vitales muy dolorosas.
ü Los hijos
e hijas constituyen siempre un gran motivo de preocupación ya sea por la violencia que los menores
igualmente padecen, ya sea por tener que abandonar el hogar con ellos y
someterles a las mismas pérdidas vitales.
ü El miedo:
a que la violencia se incremente, a las dificultades económicas, al aislamiento
e incomprensión sociales, a no ser creídas, al cambio.
ü La propia
construcción de género de la mujer: ella
incorpora - en mayor o menor grado- que su papel en la relación de
pareja es la responsabilidad de mantener la armonía, la familia unida, y ayudar a su pareja para que la situación de
maltrato desaparezca y puedan volver a tener una convivencia “normal”. Por este
motivo, si no lo consiguen, pueden sentirse fracasadas como mujeres.
ü Los
sentimientos que generan estas
situaciones: son muchas las mujeres que, a pesar de ser ellas quienes sufren la violencia, experimentan
sentimientos de culpa, de vergüenza, de baja autoestima, de fracaso.
ü El “mito
del amor romántico” que hace que la mujer interprete las restricciones que su
pareja maltratadora impone a su libertad no como limitaciones y por lo tanto
como los primeros indicios del abuso y la violencia, sino como el camino a la
felicidad.
ü El
aislamiento al que le ha sometido su agresor hace que muchas veces éste sea la
única referencia para la mujer, y entonces resulta fácil que ella crea que
depende emocionalmente de él y se considere incapaz de terminar con la
relación.
ü La propia
invisibilidad de la violencia: por costumbre, por no darle importancia, porque
la violencia siempre empieza por incidentes tan leves que no son fáciles de
detectar, porque las propias secuelas de la violencia hacen que las mujeres a
veces no puedan pensar con claridad. Todos estos motivos hacen que muchas
mujeres tarden tiempo en ser conscientes de la situación que están padeciendo y
no puedan por tanto tomar las medidas adecuadas.
Todas estas dificultades actúan como un freno e influyen en que
las mujeres no hablen, no actúen o no puedan
cambiar.
5.2
OBSTÁCULOS
EXTERNOS
También hay que
considerar las barreras externas u obstáculos que impiden a las mujeres
aumentar su seguridad y supervivencia:
ü Obstáculos generados por el propio agresor: mediante
la coacción y las amenazas le ha hecho creer a la mujer que no vale para nada, que es incapaz de
tomar decisiones, que nadie le va a ayudar,
hasta que ella se lo ha creído.
ü La falta de servicios eficaces, seguros y accesibles.
Falta de información/ desinformación/ información sesgada. Sigue existiendo
falta de apoyo eficaz de los profesionales y/o
instituciones. Actitudes y estereotipos profesionales y sociales que
culpan a la víctima por la situación de malos tratos.
ü Plazas muy limitadas en algunos servicios, de manera
gratuita (por ejemplo guardería), dificultad para conseguir una vivienda, un
empleo. Los procesos judiciales varían mucho, dependiendo de los juzgados, los
lugares, los equipos, los profesionales
ü En cuanto a los recursos a su disposición, sus
derechos y las leyes que las protegen, las mujeres maltratadas tienen a menudo
poco acceso a la información para ponerse a salvo. El maltratador suele ser en
muchos casos la única fuente de información a la que tienen acceso.
ü Presiones, limitaciones y desigualdad económica y
social, condiciones laborables inestables, y la discriminación en el empleo por
cuestiones de género. Muchas abandonan su empleo por el acoso y acecho de sus
parejas o ex parejas. También, a veces las organizaciones laborales son
inflexibles y dificultan el asistir a tribunales, a solicitar ayudas… Pérdida
de posesiones materiales y económicas, a veces hasta sin hogar. El tiempo en
las casas de acogida es limitado.
ü Limitaciones sociales y familiares. Creencias y
valores estereotipados sobre las mujeres, su puesto en la familia, el entorno y
la sociedad, actitudes que refuerzan el concepto de inferioridad de la mujer
frente al hombre. Creencias religiosas que promueven la desigualdad y sumisión
de las mujeres. Falta de apoyo familiar.
ü Vulnerabilidad: las mujeres que emigran (sobre todo
los primeros años de incorporación en el país de acogida), las mujeres
indigentes, las mujeres con discapacidad, las ancianas, las niñas. Por
cuestiones raciales, culturales y/o étnicas donde no se acepta la separación y
el divorcio, y teme al rechazo del grupo étnico o familiar.
La mujer que sufre
maltrato puede tardar años en hacerse consciente de la situación en la que está
inmersa. Este proceso puede comprender varios intentos de abandonar la
relación, que pueden hacerse efectivos o no.
II.
LOS
HOMBRES FRENTE A LA VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
2.1. LA POSICIÓN DE LOS HOMBRES FRENTE A LA
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
La muerte de Ana Orantes,
la granadina de 60 años a la que su ex marido roció con gasolina y calcinó el
17 de diciembre de 1997 por haber contado en un programa de televisión los
malos tratos a que éste la había sometido durante años, marcó un antes y un
después en el grado de sensibilidad y repulsa de la opinión pública frente a la
violencia machista. Su asesinato provocó que en enero de 1998 el grupo de
hombres de Sevilla sacara el primer manifiesto público de “hombres contra la
violencia ejercida por hombres contra las mujeres”, recogiera firmas de hombres
en su apoyo y pusiera en circulación el lazo blanco, símbolo de la paz, sin
saber que reproducían una iniciativa similar impulsada por hombres canadienses.
Esta decisión hizo
visible, por primera vez, que la violencia contra las mujeres era rechazada por
un número significativo de hombres, que dejaban de estar dispuestos a seguir
manteniendo el silencio cómplice que sirve a los agresores de coartada, la
coartada de hacer pensar que el maltrato lo ejercen en defensa de unos
privilegios históricos que el colectivo masculino deseara conservar. La
iniciativa marcó por tanto el principio del fin de la cohesión pública de los
hombres frente a las mujeres; fue el primer signo claro de división de los
hombres ante el conjunto de la ciudadanía en dos grupos claramente
irreconciliables que intentan orientar la evolución de la mayoría del colectivo
masculino: los que apuestan por mantener a toda costa sus privilegios sobre las
mujeres y los que se plantean, junto al feminismo, erradicar las desigualdades
entre los sexos. Estos dos grupos mantienen posiciones enfrentadas en todos los
temas en los que se plantea la posibilidad de avanzar hacia la igualdad:
incrementar la implicación de los hombres en lo doméstico, aplicar medidas de
discriminación positiva para romper los techos de cristal que dificultan la
igualdad de oportunidades, reconocer a las mujeres el derecho a controlar su
sexualidad y su capacidad reproductiva, etcétera.
Diferencias que se van
trasladando al conjunto de la ciudadanía, y han contribuido a lograr que cada
día cueste más encontrar hombres capaces de rechazar en público que la igualdad
entre los sexos es un objetivo deseable. Un ideal que hoy dicen defender hasta
sus detractores cuando tratan de explican las posiciones con las que intentan
socavarlo, oponiéndose al derecho al aborto, a la ley integral contra la
violencia, etcétera.
El manifiesto de Sevilla
contra la violencia hacia las mujeres fue mucho más que la manifestación
espontánea de un grupo de hombres que sintieron la necesidad de levantar la voz
contra una salvajada: fue el resultado de un proceso de cambio que se venía
gestando en sectores del colectivo masculino cercano al feminismo desde los
albores de la democracia. Hombres y grupos de hombres que desde distintas zonas
del Estado (Valencia, Bilbao, Madrid, Barcelona…) llevaban más de una década
cuestionando los modelos masculinos tradicionales y manifestando públicamente
sus posiciones contra la desigualdad entre los sexos, compartieron la ola de
indignación que provocó el asesinato de Ana Orantes. Fue sólo el primero de una
serie de gritos que desde entonces han levantado miles de hombres para
deslegitimar a los agresores, diciéndoles que no sólo no eran los más
consecuentes con lo que se espera de cualquiera “que se vista por los pies”,
sino que avergonzaban a la inmensa mayoría del colectivo masculino. Estas voces
se ya se habían levantado en países como Canadá y desde entonces se vienen
oyendo cada vez más fuertes en países de todo el mundo. Voces que proclaman
alto y claro que la violencia contra las mujeres no es la consecuencia
inseparable de la masculinidad aunque tenga su origen en la educación de la
misma, porque todos hemos sido educados en el machismo pero sólo una minoría
pega a las mujeres, de modo que por muchas explicaciones que den no existen
justificaciones y los agresores son los únicos responsables de sus actos ante
sus víctimas y ante la justicia.
Esta lucha ha merecido
múltiples reconocimientos; el último fue el del Secretario General de Naciones
Unidas en su declaración institucional del pasado 8 de marzo, Día Internacional
de la Mujer, cuando dice: «Los hombres también se están manifestando cada vez
con más frecuencia en contra de esta mancha en nuestra sociedad. Entre los
ejemplos de ámbito mundial se cuentan la Campaña del Lazo Blanco y V-Men, la
respuesta de los hombres a la campaña V-Day. Además, en talleres organizados
por las comunidades, los hombres enseñan a otros hombres que hay otra vía y que
los hombres de verdad no golpean a las mujeres.»
Los hombres que nos
oponemos a la violencia ejercida por hombres contra las mujeres estamos ganando
influencia y visibilidad, vamos avanzando en organización y formamos el embrión
de un movimiento autónomo que interviene cada día en más espacios donde se
lucha contra el machismo y se contribuye a conquistar la igualdad entre los
sexos. El rechazo a la violencia contra las mujeres se ha convertido, por la
forma tan descarnada que tiene de mostrar las consecuencias de las desigualdades
de género, en el objetivo que más cohesiona a nivel internacional al movimiento
de hombres (hombres por la igualdad, pro-feministas, anti-patriarcales, contra
la desigualdad…).
Es el más sólido ariete
contra cualquier pretensión de cohesión masculina en torno a las prácticas o
las políticas que tratan de mantener las desigualdades y legitiman la sumisión
de las mujeres. Nos ha ayudado a lograr una voz minoritaria pero significativa,
que no para de crecer y va poniendo cara al cambio de valores que se está
produciendo en la inmensa mayoría del colectivo masculino.
Sin embargo es aún una
voz sin la fuerza suficiente para evitar que siga habiendo hombres que agredan
a sus parejas, coarten su libertad y limiten la de todas las mujeres,
obligándolas a mantenerse alerta y a extremar las precauciones para no cometer
el error de enamorarse de alguien que pueda llegar a convertirse en su
victimario. Aunque minoritarios, siguen siendo tantos los machistas redomados,
y tan difíciles de distinguir de la inmensa mayoría que nunca ha maltratado a
una mujer, que su conducta extiende la sospecha sobre todo el colectivo
masculino, dando visos de credibilidad a la sentencia coloquial que sostiene
que “todo hombre es un maltratador en potencia”. Esta apreciación se apoya en
una herencia histórica y cultural que contribuye a explicar el hecho
indiscutible de que en el mundo, aún hoy, al menos una mujer de cada tres haya
sido golpeada, obligada a practicar el sexo u objeto de otro tipo de abusos a
lo largo de su vida, por alguien que conoce a la víctima.
Por eso, aunque la
mayoría de los europeos sean “hombres sensibles y machistas recuperables”, como
le gustaba decir a Josep-Vicent Marqués, podemos decir sin temor a equivocarnos
que la violencia contra las mujeres existe en todos los países y todas las
clases sociales; es un drama que no tiene nada de imaginario y cualquier
intento de relativizarlo contribuye a su permanencia; un drama que hace difícil
hablar de libertad en una sociedad en la que la mitad de la población, las
mujeres, se siente amenazada por la otra mitad, los hombres, a los que percibe
como una amenaza real o potencial.
Los hombres, al menos en
nuestro país, se manifiestan mayoritariamente a favor de la igualdad, aunque
miran con cierta ambivalencia a quienes dedicamos parte de nuestro tiempo a
denunciar las desigualdades. Es frecuente que nos vean como a “tíos majos” que
tratamos de caer bien a las mujeres dándoles la razón en todo, pero poco
solidarios con el resto de los hombres porque no mostramos complicidad con su
remoloneo, tíos que sólo vemos lo malo de los hombres y lo bueno de las mujeres
y que nos negamos a aceptar que “ellas tampoco son unas santas”.
Los hombres por la
igualdad no estamos exentos de contradicciones personales y colectivas, tenemos
un discurso francamente inacabado, y seguimos siendo vistos con desconfianza
por sectores del movimiento de mujeres, que no acaban de considerarnos sus
aliados porque somos hombres y, por tanto, una especie de drogadictos en
proceso de rehabilitación que podemos recaer en cualquier momento. Hombres que
podemos ser, aún sin saberlo, la avanzadilla de una nueva versión del sexismo, que intentamos
renovar el discurso para poder perpetuar la desigualdad entre los sexos. Los
mismos perros con distinto collar. Hombres tan empeñados en articular un
discurso autónomo contra la desigualdad que suscitamos el temor de pretender
competir con las mujeres por el liderazgo en la lucha por la igualdad.
Esta desconfianza parece
que se va desvaneciendo con el paso de los años, a medida que las trayectorias
personales, la solidaridad con las reivindicaciones del feminismo, los
discursos que articulamos o las acciones que impulsamos van avalando la
honestidad de nuestra apuesta por el cambio, aunque siga habiendo mujeres igualitarias
que todavía nos analizan como a monedas falsas. La suspicacia también se diluye
porque cada vez hay más hombres que contribuyen al cambio desde sus casas,
desde sus lugares de participación social y desde la acción política,
convirtiéndose en referentes necesarios para el cambio del resto de los
hombres; propiciando que amplios sectores del movimiento de mujeres vean la
conveniencia, la importancia y la inevitabilidad de una implicación consciente
e intencionada de los hombres organizados por la igualdad, y la necesidad de
asumir el riesgo de una alianza necesaria para acabar con la violencia machista
y compartir el diseño y la construcción de un futuro que sin ellos no será
posible.
La soledad decreciente es
el precio a pagar por los primeros hombres que se deciden a cuestionar la
cohesión del grupo que detenta el poder, el grupo al que pertenecemos todos
“por derecho de nacimiento”, por nuestro sexo y por nuestra educación, un grupo
que nos hace parecer perdidos cuando andamos en una dirección distinta al
resto, aunque sepamos que no estamos locos, que sabemos lo que queremos: un
mundo más solidario, libre, diverso e igualitario. Se trata sin duda de
dificultades razonables pero que nos someten a los hombres por la igualdad a la
necesidad de mantener unos niveles de coherencia y constancia en los espacios
público y privado que no se exige al resto, ni necesitan cumplir quienes nos la
reclaman.
2.2. LAS EMOCIONES BÁSICAS:
2.2.1.
Furia y
resentimiento: es la emoción que sostiene el discurso que reivindica la supremacía
masculina, que se percibe como atacada por la “insubordinación” de ciertas
mujeres. La furia impregna el discurso de dichos hombres que no toleran dicho
cuestionamiento a la jerarquía patriarcal; el resentimiento caracteriza al de
las mujeres “machistas” a la hora de
juzgar la actitud de las “excesivamente liberadas”
2.2.2.
Negación: en este
caso estamos ante un ocultamiento de
emociones profundas, puesto que la
negación “hace como si” la violencia fuera un asunto no significativo de la
vida social, minimizando su alcance deslegitimando la preocupación
institucional al respecto.
2.2.3.
Despreocupación:
se
habla de una no emoción ya que este discurso tiende a negar la importancia, situándola como fenómeno residual y/o como ajeno
al grupo social de los hablantes. Se trata de una toma de distancia que tiende
a situar al discurso como ajeno de una dinámica que solo concerniría a terceros
(agresores y agredidas)
2.2.4.
Temor: es la
emoción básica que expresa el discurso de las mujeres jóvenes que perciben a la
violencia masculina como amenaza
potencial difusa y omnipresente. El temor requiere medidas que aporten
confianza y seguridad; puesto que la amenaza difusa no tiene nombre ni origen
preciso.
2.2.5.
Rechazo: esta
emoción caracteriza el discurso masculino que condena la violencia,
atribuyéndola al machismo sobre otros sectores sociales. Surge ante un fenómeno
real pero relativamente distante, por tanto, el compromiso emocional con el
asunto es limitado: el rechazo manifiesta un distanciamiento respecto al
agresor pero sin movilizar necesariamente empatía hacia la agredida.
2.2.6.
Indignación: la
violencia aparece no solo como un fenómeno negativo sino como resultado de
conductas emocionales inadmisibles e injustificables, que suscitan un vivo
rechazo emocional: la indignación moviliza la solidaridad moral y empatía con
las víctimas, así como un claro rechazo afectivo respecto a los agresores.
2.2.7.
Compromiso:
la
emoción tiende a ser “elaborada” por un proceso reflexivo, partiendo de la
identificación afectiva de las víctimas se trasciende el marco inicial de la
empatía vinculándolo a la necesidad de establecer relaciones duraderas para
remover las causas de las conductas violentas.
2.3. LA IMPLICACIÓN DE LOS HOMBRES FRENTE A AL
VIOLENCIA CONTRA LAS MUJERES
Según Lozoya G. (2009). “La violencia
contra las mujeres ha existido siempre; en todas las épocas se ha legislado
contra ella y ha habido casos en que los agresores han sido condenados con todo
el peso de la ley, pero presentándolos como resultado de circunstancias
anormales o patológicas en lugar de como manifestaciones de un problema más
profundo, para que se vieran como casos aislados y seguir manteniendo la
subordinación de la mujer.
Por eso es tan necesario
que los hombres la rechacemos dando la cara, porque estamos en las mejores
condiciones para deslegitimar a los agresores diciendo públicamente que ser
hombres no tiene nada que ver con la violencia hacia las mujeres y que sin
machismo no habría desigualdades de género, oprimidas ni subordinación.
Pero el compromiso de los
hombres a no agredir a las mujeres y denunciar a quienes lo hagan es, pese a su
importancia indiscutible, un gesto insuficiente, porque nos enfrentamos a un
problema que hunde sus raíces en la cultura, la educación, las subjetividades y
la vida cotidiana; es necesario un esfuerzo consciente y constante para
erradicar las semillas de la violencia de género. Un esfuerzo que promueva en
los hombres un cambio personal y colectivo mucho más profundo que el que supone
el rechazo racional y razonado de las manifestaciones más sangrantes del
fenómeno, que son las que logran acaparar la atención de los medios de
comunicación, un cambio que modifique el conjunto de las relaciones que
mantenemos con las mujeres, con el resto de los hombres y con la vida
cotidiana; un cambio que precisa de una nueva distribución den las prioridades
personales y un incremento del tiempo que dedicamos a la casa en detrimento del
que nos ocupan el trabajo remunerado o las relaciones sociales.
La violencia contra las
mujeres nos exige cambios en muchos frentes diferentes —aunque relacionados—que
tenemos que aprender a conciliar para atenderlos de forma específica y
simultánea, sin que al hacerlo dejemos de tener una vida razonablemente
tranquila; y es que de lo que se trata, más que de hacer grandes gestos, es de
ir viviendo cada día de forma un poco más igualitaria. Hace falta mantener una
actitud crítica ante las desigualdades y violencias cotidianas menos llamativas
que sufren las mujeres y otros colectivos (como las minorías sexuales) a causa
de las actitudes y comportamientos sexistas que suelen pasan desapercibidos,
sin dejar de ver los sufrimientos innecesarios que nos ahorraríamos si
dejáramos de intentar de cumplir con muchos mensajes asociados a la
masculinidad tradicional.
Implicarnos contra la
violencia hacia las mujeres no nos exige comportamientos heroicos como los de
Daniel Oliver o Jesús Neira, aunque estos fueran ejemplarizantes. Basta con un
ser y un estar igualitario en la vida y las relaciones, que deje claro que nos
molestan las expresiones y las conductas machistas, para que los menos
igualitarios se sientan incómodos y presionados a cuidar lo que dicen o hacen
en nuestra presencia. Para lograr este resultado hace falta algo más que
aprenderse y repetir el discurso; es necesario que se perciba la coherencia
entre lo que se dice y lo que se hace, que seamos autocríticos y nos esforcemos
por asumir las responsabilidades que descargamos en nuestras parejas en el
hogar, al tiempo que somos respetuosos e igualitarios con el resto de las
mujeres con las que nos relacionamos en otros ámbitos.
No son pocas las voces
que señalan que la falta de implicación de los hombres en lo doméstico es el
mayor obstáculo que queda para avanzar significativamente en la consolidación
de unas relaciones igualitarias con las mujeres, unas relaciones que exigen que
nos pongamos las pilas y el delantal para compartir solidariamente con ellas la
vida, el trabajo y el poder. Una implicación así facilitará la incorporación
permanente de las mujeres al mercado de trabajo, su promoción profesional, la
adecuación de la legislación laboral a las necesidades que se derivan de la
conciliación, el desarrollo de los servicios sociales que ayuden a garantizar
el cuidado de las personas dependientes (guarderías públicas, centros de día,…)
y que la escuela transmita modelos igualitarios a las nuevas generaciones.
Al hacer la parte que nos
corresponde de las tareas que han hecho tradicionalmente las mujeres,
compartiremos con ellas la necesidad de cambios en la organización del mercado
de trabajo y las políticas de bienestar social para hacer posible conciliar la
vida laboral y familiar sin morir en el intento. Asumiremos la urgencia de las
reivindicaciones del movimiento de mujeres para que el Estado de prioridad a las
políticas de igualdad, y estaremos encantados de aportar ideas que contribuyan
a una legislación que ayude a satisfacer las aspiraciones de bienestar de toda
la ciudadanía, evitando que la pertenencia a uno u otro sexo suponga ningún
tipo marginación en los servicios o prestaciones que ofrece el Estado, salvo
que se justifiquen como medidas transitorias de discriminación positiva para
superar desigualdades existentes o que vayan apareciendo”
III.
ALTERNATIVAS
DE SOLUCIÓN
3.1.
ENFOQUES
Todas
las intervenciones que se desarrollen en el marco lógico del Plan se realizarán
desde los enfoques de:
3.1.1.
ENFOQUE DE
LOS DERECHOS HUMANOS:
Parte del principio que las mujeres tienen los mismos derechos y
responsabilidades que los hombres y que no es admisible ninguna diferenciación
no objetiva ni razonable relativa al ejercicio de derechos y goce de
oportunidades. Asimismo, implica reconocer el carácter universal e
interdependiente de sus derechos civiles, sociales, políticos y económicos.
Trabajar desde un enfoque de derechos humanos implica incidir en
la promoción y protección de los derechos de las mujeres, identificando los
derechos que han sido vulnerados o no realizados, así como las barreras
sociales, económicas, culturales e institucionales que limitan su ejercicio.
3.1.2.
ENFOQUE DE
GÉNERO:
Parte del reconocimiento de la existencia de relaciones
asimétricas entre hombres y mujeres construidas en base a las diferencias
sexuales y que son el origen de la violencia hacia las mujeres. El enfoque de
género permitirá diseñar estrategias de intervención orientadas al logro de la
igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres.
3.1.3.
ENFOQUE DE
INTEGRALIDAD:
La violencia hacia la mujer es multicausal, y contribuyen a su
existencia factores que están presentes en distintos ámbitos; a nivel
individual, familiar, comunitario y estructural, lo que hace necesarios
establecer intervenciones en los distintos niveles en los que las personas se
desenvuelven y desde las distintas disciplinas.
3.1.4.
ENFOQUE DE
INTERCULTURALIDAD:
Implica atender a la posibilidad de diálogo entre distintas
culturas, de modo que permita recuperar desde los diversos contextos culturales,
todas aquellas expresiones que se basan en el respeto al otro/a. No obstante,
ello de ninguna manera significa aceptar prácticas culturales discriminatorias
hacia las mujeres que toleren la violencia hacia ellas u obstaculicen el goce
de igualdad de derechos.
IV.
PLAN
EDUCATIVO
4.1.
DATOS
GENERALES
A.
DENOMINACIÓN: Percepción del hombre respecto
al maltrato hacia la mujer
B.
INSTITUCIÓN: Universidad Cesar Vallejo
C.
N° DE BENEFICIARIOS: 30 alumnos de III ciclo
de facultad de Psicología
D.
DIRECCIÓN: Av. Larco 1770 – Pabellón D. Salón
504
E.
DURACIÓN DEL PROYECTO: 2 meses
4.2.
INTRODUCCIÓN:
A.
DEFINICIÓN
:
Según la Declaración sobre la eliminación de
la violencia contra la mujer, adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en 1993, define la violencia contra la mujer como "todo acto de
violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño
físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la
privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en
la vida privada.
B.
CAUSAS Y
CONSECUENCIAS
Las causas
que evidencian la temática a tratarse son: La inequidad de género y la
discriminación, el cambio de rol por parte de la mujer, el estrés, la falta de
comunicación, determinante relacionado con la infidelidad, el cambio de rol por
parte de la mujer, la falta de comunicación y determinante relacionado con la infidelidad.
Las consecuencias que se originan por la práctica
de efectuar la temática tratada en el marco teórico son: Atestiguar o experimentar abuso desde la
infancia, abuso de sustancias nocivas, pertenencia
de las mujeres a grupos marginados o excluidos, la presencia de disparidades
económicas, educativas y laborales, conflicto y tensión dentro de una relación
íntima de pareja o de matrimonio en otras que están especificadas en el marco
teórico.
4.3
JUSTIFICACIÓN
DEL TRABAJO:
Elaboración de un plan educativo que refleje
el marco teórico llevado a la práctica, para concientizar al hombre el daño que
causa ha realizar tales acciones, y que el mismo tome medias de solución
4.4
OBJETIVOS:
4.4.1
OBJETIVO
GENERAL:
Elaborar un Plan de Educación de la
perspectiva que tiene el hombre hacia la violencia contra la mujer para el
curso de Psicología Social, teniendo en cuenta una temática desarrollada en
clase.
4.4.2
OBJETIVOS
ESPECÍFICOS:
Elaborar
un Plan de Educación el cual consta de cuatro sesiones frente a la temática
investigada.
Aplicar una sesión del Plan de Educación durante la clase.
4.5
MARCO
LÓGICO:
SESIONES
/ TEMA
|
OBJETIVOS
|
ACTIVIDADES
|
MATERIALES
|
TIEMPO |
Sesión
N° 01
¿En qué
consiste la violencia contra la mujer?
|
Desarrollar
el conocimiento acerca de la violencia contra la mujer y sus tipos que
conocen en cuanto al tema.
|
·
Dinámica de animación
·
Formar grupos de 5 personas.
·
De las 5 personas que una se designe líder
para que pueda acercarse a coger una figura violencia contra la mujer
·
En las figuras que cogerán habrán preguntas
que se discutirán:
¿Cuáles
son actos de violencia contra la mujer?
¿Cuáles
son los tipos de violencia?
¿Cómo
sabes que ocurre la violencia contra la mujer?
Retroalimentación
de las respuestas y conclusiones del tema.
|
Figuras
de actos de la violencia contra la mujer.
Plumones
Hojas
bond.
|
45`
|
Sesión
N° 02
Prácticas
de micromachismos
|
Identificar
las formas que se practica el micromachismo
|
·
Dinámica
de animación.
·
Breve comentario de la sesión anterior.
·
Formar grupo de 6 personas en donde
contestaran a las siguiente pregunta:
¿Qué es
el micromachismo?
·
Exposición de ideas.
·
Ver ejemplos donde se expresen micromachismo
y que los identifiquen
·
Comentarios
|
Retroproyector
Plumones
Hojas
Bond
Imágenes
de actos micromachismo
|
50`
|
Sesión
N°03
Expresando
emociones
|
Descubrir
cuáles son las emociones básicas y principales del hombre
|
·
Dinámica de animación.
·
Formar grupos de 4 personas.
·
Se mostraran video donde se evidencie los
actos de violencia contra la mujer.
·
Las señoritas describirán las emociones
expresadas por los hombres observadas durante el video
|
Video con imágenes de actos de maltrato
hacia la mujer.
Retroproyector.
|
40`
|
Sesión
N° 04
Grado de
participación del hombre.
|
Conocer
el grado de participación por parte del hombre frente a la violencia contra
la mujer
|
·
Dinámica de animación.
·
Comentarios de las sesiones anteriores.
·
Breve exposición del tema.
·
Formar grupos las cuales discutirán las
posibles razones del porque el hombre realiza tales actos.
Comentarios
finales.
|
Papelote
Retroproyector
Plumones
|
50`
|
4.6
CRONOGRAMA
N°
|
SESIÓN
|
FECHA
|
CONSTANCIA
DE VERIFICACIÓN
|
01
|
¿En qué consiste
la violencia contra la mujer?
|
06 – 06-
2015
|
Lista de
asistencia
|
02
|
Prácticas
de micromachismos
|
20-06-2015
|
Lista de
asistencia
|
03
|
Expresando
emociones
|
04-07-
2015
|
Lista de
asistencia
|
04
|
Grado de
participación del hombre.
|
18-07-2015
|
Lista de
asistencia
|
V.
REFERENCIAS
BIBLIOGRAFICAS
ü Lozoya G.
(2009). Los hombres frente a la violencia contra las mujeres. México: Gizonduz. Recuperado de https://www.euskadi.eus/contenidos/informacion/material/es_gizonduz/adjuntos/4_los_hombres_frente_a_la_violencia_contra_las_mujeres.pdf
ü Ministerio
de la Mujer y Desarrollo Social (2008).
Plan nacional contra la violencia hacia la mujer 2009- 2015. Perú. Recuperado
de http://www.unfpa.org.pe/Legislacion/PDF/20090326-MIMDES-Plan-Nacional-Contra-la-Violencia-Hacia-la-Mujer_2009-2015.pdf
ü Ministerio
de sanidad política social e igualdad. Actitudes de la población ante la
violencia de género. (10ma colección). España: Colectivo Loe.
Recuperado de http://www.msssi.gob.es/ssi/violenciaGenero/publicaciones/colecciones/PDFS_COLECCION/libro_10_actitudesVG.pdf
ü Lozoya G.,
Bonino L., Casado J., & Szil P. (2009). Violencia masculina contra
las mujeres. Hombres por la igualdad. Ayuntamiento de Jerez: Delegación de
Salud y Género. México. Recuperado de https://www.euskadi.eus/contenidos/informacion/material/es_gizonduz/adjuntos/violenciamasculinacontralasmujeres.pdf
VI.
ANEXOS
ANEXO N°
01: ESCALA DE ACTITUDES
1.
PROBLEMA:
Cuál es la actitud del hombre frente al
maltrato de la mujer.
2.
OBJETIVO:
Medir la actitud de los varones hacia el
maltrato a la mujer.
3.
HIPOTESIS:
Porque las generaciones pasadas del hombre
practicaban, entonces por aprendizaje se observó lo que aprendieron.
El hombre fue educado indiferentemente frente
a la actitud empática hacia la mujer.
La mujer tiene el derecho a vivir sin
violencia.
4.
DEFINICIÓN:
La Declaración sobre la eliminación de la
violencia contra la mujer, adoptada por la Asamblea General de las Naciones
Unidas en 1993, define la violencia contra la mujer como "todo acto de
violencia basado en el género que tiene como resultado posible o real un daño
físico, sexual o psicológico, incluidas las amenazas, la coerción o la
privación arbitraria de la libertad, ya sea que ocurra en la vida pública o en
la vida privada.
Abarca, sin carácter limitativo, "la
violencia física, sexual y psicológica en la familia, incluidos los golpes, el
abuso sexual de las niñas en el hogar, la violencia relacionada con la dote, la
violación por el marido, la mutilación genital y otras prácticas tradicionales
que atentan contra la mujer, la violencia ejercida por personas distintas del
marido y la violencia relacionada con la explotación; la violencia física,
sexual y psicológica al nivel de la comunidad en general, incluidas las
violaciones, los abusos sexuales, el hostigamiento y la intimidación sexual en
el trabajo, en instituciones educacionales y en otros ámbitos, el tráfico de
mujeres y la prostitución forzada; y la violencia física, sexual y psicológica
perpetrada o tolerada por el Estado, dondequiera que ocurra.
5.
VARIABLES:
ü Derechos
humanos: creer que practica la equidad entre él y ella. Violentándola
sutilmente (mensajes ocultos).
ü Nivel de
educación: involucra a la ocupación, el estatus socioeconómico. El nivel de
educación.
ü Género: Se
da mayor valor social al hombre (consciente o inconscientemente)
ü Imposición
de poder sobre la mujer: considerar que el vale más que la mujer y que tiene
derechos sobre ella.
ü Prejuicios
y tabúes.
6 .
ESCALA DE
ACTITUD:
“ACTITUD DEL HOMBRE RESPECTO AL MALTRATO
HACIA LA MUJER”
Indica tu grado de acuerdo o desacuerdo con
cada una de las siguientes informaciones:
1.
Totalmente de acuerdo.
2.
Bastante de acuerdo.
3.
Poco en desacuerdo.
4.
Ni acuerdo ni desacuerdo.
5.
Poco de acuerdo.
6.
Bastante en desacuerdo
7. Totalmente
en desacuerdo.
a)
Cuando una mujer comete un error se le debe
levantar la voz y gritarle.
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
b)
Hombres y mujeres deben gozar de los mismos
derechos.
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
c )
La mujer debería quedarse en el hogar y al
cuidado de los niños.
(1)
(2) (3) (4) (5) (6) (7)
d)
Los hombres deben realizar tareas del hogar.
(1)
(2) (3) (4) (5) (6) (7)
e)
Existen sentimientos de culpabilidad cuando se
violenta a una mujer.
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
f f)
Las agresiones a las mujeres se da por
insatisfacción sexual
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
g)
Un padre que violenta a su esposa da buen
ejemplo a su hijo
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
h)
En el ámbito laboral, los altos puestos como
de gerencia deben ser asignados a hombres.
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
i)
El hombre que solicita ayuda y opinión de una
mujer se siente inferior.
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
j j)
El hombre es el rey de la casa.
(1) (2) (3) (4) (5) (6) (7)
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